domingo, 28 de noviembre de 2010

LA BATALLA DE MARATÓN: LA PRIMERA GRAN VICTORIA DE LOS HOPLITAS

Micenas, Siglo XVI a. C., la civilización micénica se desarrolla en torno a una fortaleza en ese lugar. Al otro lado del Egeo, encontramos la civilización minoica o cretense, puesto que se encontraba asentada en la isla de Creta desde hacía 500 años.

La civilización micénica, era la de los aqueos, aquellos que liderarían la expedición griega para tomar la Ciudad de Troya 3 siglos más tarde e incluso acabaría tomando la propia isla de Creta. En ese tiempo, ya podemos encontrar grandes ciudades en Grecia: como Atenas, Esparta o Tebas. Un Siglo más tarde, los dorios invadirían Grecia, y esto provocaría que ésta se dividiera en las ciudades estados. Quién les diría a estas Civilizaciones que acabarían conformando una de las Culturas más ricas y determinantes de toda la Historia, y como no, que verían nacer a uno de los genios militares más grandes que ha habido: Alejandro Magno.

Nos encontramos por tanto a polis griegas que continuaron creciendo y desarrollándose. Por tanto, podemos hacer un pequeño avance en el tiempo, concretamente hasta el año 499 a.C., año en el que las polis griegas son un conglomerado de 3 culturas diferentes: la jonia, la doria y la eolia; y su influencia se extendían por toda la costa oeste del mar Egeo, donde también encontramos al Reino de Macedonia.


(En la imagen, mapa de la situación en torno al Mar Egeo; Fuente: "http://www.fliedner.es")

Pero en la costa norte del Egeo se encontraban los tracios y en la oriental, los jonios, y ambos ya pertenecían al gran poder que acechaba a las ciudades griegas. En la actual Irán, se estaba el centro del Imperio Persa, que se extendía por todo el Asia Menor, Mesopotamia e incluso había conquistado Babilonia. Para que os hagáis la idea, la extensión pues sería desde Israel hasta la zona norte de la India más o menos, aunque extendía su influencia por casi la totalidad de la Península Arábiga, en total 3 millones de kilómetros cuadrados. La capital del Imperio era Persépolis, y allí estaba el rey Darío I, y en su mente expansionista, siempre un objetivo: las polis griegas.

Darío I decidió aumentar los impuestos en todo su Imperio, y esto, enervó los ánimos del caudillo de la ciudad de Mileto, Aristágoras, que llamó a la sublevación frente al poder dominante persa; esta sublevación contó con el apoyo de Atenas que mandó una flota de apoyo. La rebelión tuvo éxito e incluso de trató de tomar Sardes, que era la capital imperial de esa región. No se hizo esperar el correctivo de Darío que además vio la excusa ideal para expandir los dominios de su Imperio más allá del Egeo y ser la base para la conquista de la Europa Occidental; por fin podría atacar a Grecia. Estallaba la Primera Guerra Médica


(En la imagen, escultura que representa al Rey Persa; Fuente: "http://www.uv.es")

En el año 492, comienza la respuesta persa: Mardonio, yerno de Darío, se pone en marcha con una gran flota a través del Egeo, el resultado: la reconquista de Tracia y convertir al Reino de Macedonia en un reino satélite de Persia. Pero cuando la flota ya se dirigía hacia Grecia, un temporal acabó con unos 300 barcos y matando a unos 20.000 soldados. Esto detuvo los planes persas por el momento, parón en el cual Darío aprovechó a mandar embajadores a las polis griegas para tratar de acercarlas a sus intereses. Lo que no contaba, es que 2 ciudades, iban a mostrar su desacuerdo matando a sus embajadores, las ciudades eran Atenas y Esparta.

En el verano de 490, Persia envía un nuevo ejército, al mando de Datis y Artafenes, y comienza su castigo a Grecia, primero arrasando la isla Naxos y después anexionando Eretria y esclavizando a sus ciudadanos. Atenas, por su parte, se preparaba para la guerra, mandando embajadores al resto de polis para formar un ejército que rechazara a los invasores, pero solo los platenses respondieron a la llamada a las armas. Por tanto, casi una ciudad, Atenas, se enfrentaba a la ira del mayor imperio conocido, y nunca antes un ejército de origen griego había vencido a un ejército persa.

En cuanto a las cifras… obviamente dado el momento histórico hay multitud de crónicas que daban cifras estimadas, pero muy pocas coinciden entre ellas, tanto para la flota persa como para los ejércitos. La mayor parte de fuentes dan unas cifras aproximadas de unos 600 barcos en la flota, tanto naves de guerra como transportes. Y en cuanto a los ejércitos, el persa estaba compuesto entre 60.000 y 100.000 efectivos incluída la marinería de la flota. Entre las tropas, más de 10.000 eran de caballería y un gran contingente de arqueros. Por el contrario, los atenienses, tenían unas fuerzas de en torno a 10.000 hoplitas, al frente de ellos, el líder militar de Atenas: Milciades.


(En la imagen, busto de Milciades; Fuente: "http://www.uv.es")

Entre las tropas persas, a destacar su formidable caballería pesada, reclutada en regiones como Armenia, que normalmente eran colocadas en el centro de la formación y eran las primeras en hostigar al enemigo con sus cargas. Frente a ésta y la gran superioridad numérica, los hoplitas griegos; una de las mejores tropas de la Antigüedad, formando las casi inexpugnables falanges, en las que cada soldado se protegía por su escudo y por el de su compañero. Cada hoplita portaba una armadura que pesaba en torno a 27 kilos, el soldado griego estaba en grandes condiciones físicas: el peso venía determinado por una coraza, protecciones para brazos y piernas y un casco con protecciones para las mejillas; todo ello de bronce. Además, portaba un gran escudo de casi un metro de diámetro, llamado aspis y que pesaba unos 8 kilos. En el escudo, cada soldado llevaba el símbolo de su familia y el equipamiento era dispar entre cada uno, puesto que debían comprárselo ellos mismos. En cuanto a sus armas, portaban una lanza de 2.7 metros de longitud, llamada doru; y una espada llamada xifos. El equipo completo del hoplita, se llamaba panoplia.


(En la imagen, dibujo de un hoplita con su panoplia)

Llegamos así a finales del verano del año 490 a.C. cuando los persas desembarcan en Maratón, 42 kilómetros al este de Atenas, ya que era una gran llanura y era el lugar propicio para que actuara la caballería pesada, y en la llanura una zona con peligrosos pantanos. El 11 de septiembre el ejército griego se asentó en una colina próxima a Maratón, esperando lo inevitable. Durante 6 días, los ejércitos estuvieron acampados uno frente a otro, a una distancia en torno al kilómetro y medio, y dicen las crónicas que el silencio de la noche era roto por los gritos de guerra de los hoplitas Ελελευ! Ελελευ!” (Eleleu, Eleleu). Y en el lado persa, un movimiento que será determinante para la batalla: Datis ordena embarcar a su contingente de caballería y poner rumbo por mar a Atenas, y perder la caballería era perder una importante ventaja sobre los griegos.

Llegó así el día del combate y los griegos formaron sus férreas falanges. En esta formación era determinante el orden y la disciplina, los capitanes se situaban tanto al fondo de la misma como en el centro, para mantener firmes a sus soldados. Como nota curiosa, entre los soldados griegos era frecuente que surgieran relaciones, por tanto, muchas veces, los amantes se situaban en las primeras filas de la falange, puesto que así, no tenían incentivos a romper la formación ya que estaban protegiendo a sus amados, que estaban en las filas posteriores. El frente persa se extendía más de 1 kilómero y medio, formado en varias líneas, ¿os lo imagináis?. Miliciades debía de tratar de estirar sus líneas para evitar ser envuelto, por tanto decidió formar 3 falanges de combate, la central, formada por hoplitas atenienses en su totalidad, al mando del propio Milciades y una a cada flanco, una de las cuales formada por los aliados platenses.


(En la imagen, dibujo de una falange de Hoplitas)


La falange central se enfrentaría a las tropas persas más fuertes, mientras que los flancos, reforzados para evitar ser envueltos, se enfrentarían a las tropas más débiles: el objetivo, aprovechar el ímpetu del ataque y la debilidad persa en esas zonas para ser el ejército griego el que les envolviera. Pero el avance no fue lo que los persas esperaban, Miliciades, conocedor de los peligrosos arqueros persas, ordena cargar a sus soldados, que tardaron 10 minutos en recorrer el kilómetro y medio de distancia cargando con sus pesados equipos de combate. El choque con la vanguardia persa fue violentísimo. Y en el choque de soldados, los persas sin su caballería no eran rivales para los griegos. La zona central parece que aguanta e incluso tomar la iniciativa en la batalla, pero los flancos, más débiles, comienzan a flaquear y rompen filas, además, en su huída, los hoplitas provocarían que huyeran hacia los pantanos, donde muchos soldados persas morirían ahogados.


(En la imagen, dibujo de un momento de la batalla)

Mientras, como os dije, la zona central griega parecía ceder terreno, lo que hizo que Milciades llamara a las tropas que perseguían a los persas para que reforzaran a sus compañeros. Gracias a esto, los griegos pusieron en fuga también a las tropas de élite de Datis, que ordenó retirarse a los barcos. Los atenienses les persiguieron y dieron muerte a muchos en la orilla, llegando incluso a destruir varios barcos, pero no evitaron que la mayoría de la flota zarpara. La idea que Datis tenía en mente era llegar con la flota a las puertas de la propia Atenas. Ante esto y el temor de que la ciudad se rindiera al ver llegar los barcos, el general ateniense envió al corredor más rápido de su ejército, Filipides, para avisar de la victoria a la ciudad.

Filipides recorrió los 42 km en un tiempo de en torno a 2 horas, y moriría exhausto tras dar la noticia de la victoria. Entonces fue cuando ocurrió el otro hecho determinante de esta guerra, puesto que la flota persa ya estaba cerca de la bahía de Palearon y el ejército ateniense aún estaba en el camino de vuelta. Por tanto, se decidió que todo hombre, mujer, niño, se situara tanto en la muralla como en las ventanas de la ciudad. Cuando Datis vio la ciudad desde sus barcos, parecía fuertemente defendida, por lo que incluso rehusó de tomar tierra y se retiró a territorios persas. Atenas había vencido, perdiendo solo a 190 hoplitas. El ejército de Darío, tuvo unas pérdidas en torno a 6.000 soldados.


(En la imagen, escultura que representa la llega de Filípides a Atenas; Fuente: "http://www.lacomarcadepuertollano.com")

Años más tarde, Jerjes II, hijo de Darío I, trataría de hacer lo que su padre no logró, pero esta vez, a quien se encontró fue al gran Rey Leónidas de Esparta en el Paso de las Termópilas, aunque ya habrá tiempo para hablar de esa historia.

lunes, 8 de noviembre de 2010

CRÉCY: LA PRIMERA GRAN BATALLA DE LA GUERRA DE LOS 100 AÑOS.

Durante 116 años, ingleses y franceses se vieron sumergidos en la guerra más larga que el mundo ha conocido, la conocida como Guerra de los Cien Años. Desde 1336 hasta 1453, ingleses y franceses dirimieron sus disputas a base de espada, a base de flecha, a base de muerte.

En este tiempo, acontecieron grandes batallas y como no, también hubo lugar para esos personajes que dejan su huella en la historia, como la Doncella de Orleáns, Juana de Arco. Pero el fin de esta entrada es hablar de la primera gran batalla acontecida durante la guerra. El 26 de Agosto de 1343, entre los pueblos de Crécy y Wadicourt, los ingleses obtuvieron una victoria que desencadenarían una serie de sucesos, que acabarían con la captura del propio rey Felipe VI de Francia.

Los motivos del comienzo de esta guerra, pues básicamente fueron por problemas relacionados con la herencia del trono francés. Curiosamente, la manera de llegar a esta situación tuvo su comienzo en 1314, en un ajusticiamiento en la hoguera, concretamente, la del que era el Gran Maestre de la Orden del Temple: Jacques de Molay; y es que, quién decidió acabar con la Orden y lo mandó matar fue el Rey Felipe IV “el Hermoso”, que pertenecía a la Dinastía Capeto, pues bien, en plena hoguera, de Molay, maldijo al propio rey y su dinastía, profetizando su extinción y olvido. Casualidad o no, Felipe IV moriría ese mismo año. El reino pasaría por sus 3 hijos que murieron a medida que iban cogiendo el trono y sin dejar descendencia alguna, y así, solamente 14 años después de la maldición templaria * (ver nota al final de la entrada), la dinastía Capeto se veía abocada a su fin.


(en la imagen, dibujo que representa la maldición de De Molay; Fuente: "www.zzona.com")

Con los 3 hijos varones muertos, las miradas recaían sobre la hija de Felipe IV, Isabel, que era la madre de Eduardo III de Inglaterra, y que a pesar de sus 16 años, reclamó el trono de Francia para su madre pasando a ser él el heredero. Los franceses se negaron a esto y convocaron la Ley Sálica (la corona no podría heredarse por vía femenina), por lo que nombraron rey al hermano pequeño de Felipe IV: Carlos de Valois, quién ya había fallecido, pasando por tanto la corona, de manera definitiva, al hijo de éste: Felipe de Valois, quién sería Felipe VI. Era el año 1328.

La tensión entre los 2 monarcas era ya palpable: el rey inglés acogía a nobles desafectos al rey francés y éste respondía con acciones militares cerca de las 2 regiones que Inglaterra mantenía en el norte de Francia (Gascuña y Aquitania). Todo culminó en 1336: Roberto de Artois, cuñado de Felipe VI, se refugiaba en Inglaterra, y en respuesta, Francia tomó Gascuña. La guerra había comenzado.


(En la imagen, Eduardo III de Inglaterra; Fuente: "www.lacoctelera.com")

Bien es cierto que Crécy fue el primer gran choque terrestre de ambos ejércitos, pero en el verano de 1340, se dio la primera gran batalla naval, en la que el propio rey inglés comandó su flota. El lugar elegido, entre Flandes y la costa holandesa: la bahía de L’Écluse (en castellano, Sluys). Para la invasión, Eduardo había reunido una flota de unos 200 barcos ingleses, a los que posteriormente se les unirían 50 naves provenientes de Flandes. Por otro lado, la flota francesa era de un tamaño similar, y a su mando estaba el Almirante Hugo Quiéret, asistido por el Tesorero Real, Nicolás Behucet. Además, parte de la flota eran naves genovesas al mando del corsario Barbanegra.

El 23 de junio de 1340, una patrulla de exploración divisó la flota francesa en la Bahía de Sluys, además, el buque insignia, la nave Christopher, había sido arrebatada a los ingleses años antes. Todo ello llevó a Eduardo a lanzar a sus naves al ataque, puesto que todos los barcos franceses estaban en un lugar de poca maniobrabilidad y nada parecía mostrar que esperaran el ataque inglés. Fuentes dicen que el propio Barbanegra aconsejó salir a alta mar, pero que Quiéret prefirió mantener la posición, tal vez porque ese era el camino que unía Brujas con París.

Así pues, la mañana del 24 los ingleses entran en la bahía formando dos líneas de batalla: la vanguardia, a cuya cabeza iba la propia nave del rey, atacó a la vanguardia francesa, y la nave de Eduardo se dirigió hacia la Christopher con la idea de abordarla y recuperarla. Los franceses, también dispuestos en 2 líneas, trataron de dividir su segunda línea de barcos para rodear a los ingleses, pero era difícil aquel movimiento en aquel lugar. Eduardo logró tomar la Christopher y esto no hizo más que aumentar el ánimo inglés, cuyos arqueros de tiro largo estaban ya haciendo estragos subidos a los mástiles y a las velas de los barcos. La victoria inglesa fue aplastante, se calcula que Francia perdió en torno a 20.000 soldados aquel día. Ya al final del mismo, Behucet fue ahorcado, mientras que Quéuret, murió en batalla. Barbanegra logró escapar a mar abierto y seguiría siendo corsario durante más años.


(En la imagen, pintura de la batalla de Sluys; Fuente: "efemeridesnavales.blogspot" )

Gracias a esta batalla, Inglaterra logró asentar su poder en el Canal durante unos años y tener vía libre en el norte de Francia, lugar en el que empezarían a dar escaramuzas, sobre todo en la región de Aquitania.

Llegamos al año 1346, concretamente, el 12 de julio, Eduardo desembarcaba en Normandía al mando de 10.000 soldados, y como no, varios miles de esos soldados eran los mortales arqueros de tiro largo ingleses, los yeomen.

Pero, ¿quiénes eran los yeomen? Para empezar, eran soldados profesionales, no luchaban por una relación de vasallos hacia su rey; sino que eran soldados con paga (6 peniques diarios), que tenían entrenamientos regulares y con material suministrado por la propia corona. El arquero solía llevar una casaca de cuero y un casco del mismo material, pero con protecciones de metal. Además, se le daba una manta para protegerse del frío y la lluvia. En cuanto a los arcos, eran arcos muy flexibles, de olmo normalmente y con una longitud de 1.80 metros. Un arquero diestro, podía llegar a disparar 10 flechas por minuto, haciendo blancos a una distancia en torno a 250 metros. En sus carcaj, llevaba unas 48 flechas, e incluso unas especiales, llamadas broadheads, especiales para disparar a los caballos, pero que podían ser extraídas sin causar desgarros al animal. Realmente eran una tropa formidable.


(En la imagen, varios tipos de flechas; Fuente: "www.arcoyflecha.cl")

Por tanto, nos encontramos al ejército ingles, pero aislado en tierra enemiga. En esta situación, Eduardo decidió marchar por el territorio francés hacia Flandes, que era fiel a Inglaterra, el motivo fue que tuvo conocimiento de que el ejército francés ya estaba armado y marchaba a su encuentro. Tras vadear el río Somme gracias a la ayuda de un campesino que, a cambio de una bolsa de oro, le dijo por donde hacerlo, el día 26, Eduardo decidió establecer a sus fuerzas 16 km al norte, en una colina entre los pueblos de Crécy y Wadicourt, ya que sabía que la clave de la victoria sería tratar de sacar el mayor provecho a sus arqueros.

El frente de la línea inglesa, estaba compuesto por 3 zonas: los flancos contaban con 800 y 1.800 infantes, con 700 más en el centro, entre los cuales, se encontraba el propio Eduardo. Los arqueros estaban situados en los extremos de la línea, 1.000 arqueros en cada extremo, y tras el flanco central, donde había concentrados 2.000. Además, las 2 formaciones externas estaban parapetadas tras una suerte de obstáculos para evitar las cargas de la caballería, como eran hoyos, trampas y también estacas, que estaban dispuestas tal que se formara un embudo hacia la infantería, pero hasta llegar a ésta, los franceses estuvieran dispuestos a la continua lluvia de flechas desde los costados. Además, se dio la orden de que todos los soldados ingleses combatieran aquel día a pie.


(en la imagen, dibujo de Eduardo, y su hijo, también llamado Eduardo en los prolegómenos de la batalla; Fuente: "nashfordpublishing.co.uk")

Esa misma tarde, un vigía apostado en un molino en la cima, dio la voz de alarma, el ejército francés se acercaba. Hay fuentes que hablan de incluso 40.000 soldados, otras, dicen que contaba con 12.000 efectivos y otras nos dicen que no mas de 20.000. Pero la mayoría de fuentes que he consultado, hablan de unos 30.000 soldados componían en ejército francés; como no, al frente, la fuerza de élite, los caballeros franceses, la temida caballería pesada: en torno a 10.000 jinetes y también unos 6.000 ballesteros genoveses.

La idea de Felipe, era organizar sus líneas, un plan de ataque y entablar batalla al amanecer del día siguiente; pero sus hombres querían luchar, y los caballeros estaban muy ansiosos de entrar en combate.

Sin apenas organizar sus líneas y siendo ya hostigados por los arqueros ingleses, los franceses resuelven atacar las líneas inglesas; la primera tentativa correría a cargo de los ballesteros, pero éste fue uno de los mayores errores franceses, puesto que los ballesteros necesitaban de un escudero que les cubriera mientras recargaban sus armas, pero el ímpetu de entrar en combate hizo que lo hicieran sin que los escuderos estuvieran presentes en el campo de batalla. Los ballesteros comenzaron pues a disparar sus dardos a los soldados de Eduardo, pero los arqueros ingleses eran muy buenos y certeros, y no sin bajas, pero si con eficacia, lograron deshacer las líneas de ballesteros y hacer que dejaran de ser un peligro. Mientras, los caballeros franceses, ya organizados, hacían una primera tentativa de carga contra las posiciones defensivas inglesas, pero los arqueros ya tenían vía libre para hacer blanco contra ellos. Lluvias de flechas caían continuamente sobre hombres y caballos, que se encabritaban, se volvían sobre sí mismos o caían muertos. E aquí el 2º gran error francés, y es que las cargas se hacían en un camino sin retorno, ya que, por detrás, nuevas líneas de caballeros se lanzaban también a la carga, llevándose incluso por delante a infantes, a los ballesteros que se batían en retirada o a otros caballeros heridos. A la noche, los franceses, hacían su decimoquinta y la que sería última carga, pero también infructuosa. Fue una masacre. Los ingleses habían disparado más de 72.000 flechas aquel día.


(En la imagen, dibujo de un arquero inglés; Fuente: "kingwolf-fabulasrelatosyhistorias.blogspot.com" )

10.000 soldados franceses muertos, muchos muertos por la propia acción de sus compañeros; 1.500 caballeros muertos, entre los que había condes, nobles e incluso Juan de Luxemburgo, rey de Bohemia. Por el lado inglés, unas 1.500 bajas. Y como no, en esta batalla, también hubo momentos para la gloria. El hijo mayor de Eduardo, Eduardo de Woodstock, con solo 16 años, se vio acorralado con varios miembros de su escolta, y ante esta situación, su propio padre rehusó de ayudarles, puesto que su hijo “debía de ganarse sus espuelas de caballero”, aún así, los ingleses salieron airosos del envite y el príncipe daría futuras buenas victorias a su país. Por cierto, que gustaba de llevar una armadura negra para distinguirse de sus tropas y así infundir moral entre los suyos; de ahí su apelativo del “príncipe negro”.

Antes de fin de año, el príncipe Eduardo obtendría otra importante victoria cerca de Poitiers, pero ese será tema para contar otro día.

(*) omití el nombre de los hijos de Felipe IV por no hacer demasiado pesado el hecho de contar la línea sucesoria, pero si a alguien le interesa sería el siguiente: Felipe IV muere y hereda el trono su hijo mayor Luis X, éste murió a los pocos meses, y el trono pasó a su hijo recién nacido Juan I, que murió siendo infante. Cogió el trono el 2º hijo de Felipe IV: Felipe V, que murió a los pocos meses sin descendencia masculina; por tanto, el trono pasó a su hermano pequeño Carlos IV que falleció en 1328 también sin descendencia masculina.