Cuando me preguntan porque hablo de batallas y porque me intereso por ellas, es porque creo que los resultados de las mismas son los que determinan como es el mundo en el que vivimos, a raíz de victorias y derrotas en los campos de batalla, surgen naciones o se destruyen, conquistas llegan a buen puerto o quedan en aguas de borraja, y también, porque en ellas, se dan cita figuras determinantes a lo largo de la historia; y la batalla de la que os voy a hablar hoy pertenece a este último grupo, cuando una guerra entre Sudán y el Imperio Británico, podría haber dado al traste con una figura determinante en la historia del mundo en el S. XX. Pero toda historia, tiene un comienzo.
A finales del Siglo XIX y comienzos del XX, el Imperio Británico abarcaba una población de cerca de 458 millones de personas y unos 33 000 000 km², lo que significaba aproximadamente una cuarta parte de la población mundial y una quinta parte de las tierras emergidas. Países como Australia, Nueva Zelanda, Canadá, India, Hong Kong, Birmania, Malasia o Sudáfrica conformaban este gran Imperio, pero también países en el norte de África, y éstos son en los que nos centraremos.
(En la imagen, gráfico del Imperio Británico a comienzos del S. XX; Fuente: "http://elcuartodelahistoria.blogspot.com")
En 1875, el Primer Ministro británico, Bejamin Disraeli, compró las acciones de la Compañía del Canal de Suez, que comunica el Mar Rojo con el Mar Mediterráneo, que pertenecía al gobierno egipcio y estaba en quiebra en aquella época. Por ello, tan sólo 6 años más tarde, estallaba la rebelión egipcia, rebelión que incluso logró tomar la ciudad de Alejandría y fortificarse en ella. Un año más tarde, en 1882, las tropas inglesas lograron restablecer el orden en el país, pero aunque la revuelta había sido sofocada, ésta había sido el germen para una revuelta más peligrosa: en Sudán, el Mahdi, que era lo que venía a ser una especie de enviado y líder religioso, instó a la sublevación a los derviches, que eran miembros de las cofradías musulmanas, por tanto, podemos decir que fue lo que viene a ser una revuelta militar y religiosa (algo similar a lo que vivimos hoy en día, salvando las distancias, obviamente).
Por tanto, los ingleses deciden la evacuación de la capital, Jartum, que aún era propiedad inglesa y para ello envían al general Gordon como supervisor de la misma, estamos en el año 1885. Gordon, que había sido un ferviente defensor de la prohibición del esclavismo en Sudán, se negó a dejar a su suerte a todos los habitantes afines al Imperio y decidió pedir refuerzos a Londres y tratar de aguantar lo máximo posible. Desde la metrópoli, se negaron esos refuerzos, pero la desesperada situación y la presión de la opinión pública hizo que hubiera un cambio de idea y sí se enviaran, pero era demasiado tarde, 2 días antes de la llegada de la columna militar, el general Gordon era asesinado y Jartum era prácticamente perdida para los ingleses. Ese mismo año, fallecía el Madhi, pero su sucesor, el califa Abdullah siguió en su misma línea con ataques a Egipto en la frontera y represión contra toda persona afín a Inglaterra.
(En la imagen, General Gordon; Fuente: "http://chestofbooks.com")
En 1896 la paciencia de los británicos llegó a su límite, y el nuevo Primer Ministro, lord Salisbury, dejó claras sus intenciones: Sudán sería reconquistado, la zona sería apaciguada y el tráfico de esclavos llegaría a su fin.
La tarea se encomendó a Horatio Kitchener, sirdar (comandante en jefe) el ejército angloegipcio, un hombre sin experiencia pero orgulloso, cabezota y también determinado a la victoria. Por tanto, Gran Bretaña tenía los medios, el material y la fuerza bélica necesaria para acabar con aquel conflicto, pero ¿cómo luchar contra un enemigo que domina el desierto y qué espera a presentar batalla en él?
Kitchener ideó un plan para trasladar a sus tropas y material: el primero muy fácil y obvio, remontar el Río Nilo hasta 800 km al Sur de El Cairo, justo hasta la catarata de Quadi Halfa, pero en este punto, se presentaba un problema, que era llegar a Jartum, puesto que el río comenzaba a discurrir en dirección contraria a la deseada haciendo un giro que les hacía perder mucho tiempo. Para solucionarlo, decidió la construcción de un ferrocarril en pleno desierto. Ésta idea pareció descabellada, pero Kitchener, decidido en sus planteamientos, no la abandonó y logró se llevara a cabo. Por tanto, avanzando a razón de 2 Km por día, a finales del año 1897 se logró establecer una línea de suministros vía fluvial y vía por tren, hasta casi las puertas de la propia ciudad de Jartum
(En la imagen, Horatio Kitnecher; Fuente: "http://www.biografiasyvidas.com")
El califa sudanés decidió enviar al encuentro de la columna británica al emir Mahmoud al mando de 16.000 soldados, estableciéndose éstos en la confluencia del Nilo y la ciudadde Atbara. Mientras que el propio califa esperaría con el grueso de su ejército, en torno a 50.000 guerreros, 320 km más al sur, cerca de Jartum.
En abril de 1898, los ingleses estaban situados frente a la avanzada musulmana. Una mañana a primera hora, comenzaron los movimientos de tropas, y Kitchener ordenó comenzar un bombardeo sobre las posiciones sudanesas seguido de una gran carga de infantería, cogiendo por sorpresa a los insurrectos y haciéndolos batirse en retirada, dejando éstos atrás millares de muertos y heridos y más de 500 prisioneros.
El 1 de septiembre, la coalición anglo egipcia llegaba a las inmediaciones Jartum, en Ondurmán; allí se decidió establecer un gran perímetro defensivo apoyado en la zereba, que es un arbusto espinoso muy denso del desierto. Patrullas a caballo estudiaban y vigilaban la zona, además, uno de los flancos estaba junto al río Nilo, donde las cañoneras británicas daban protección extra a los ingleses. Dentro del perímetro defensivo más de 46 cañones y una batería de ametralladoras automáticas Maxim, junto a un ejército de unos 25.000 soldados (8.000 ingleses y 16.000 egipcios y sudaneses desafectos al califa), esperaban por el ataque sudanés.
A las 4 y media de la mañana, sonó la alarma en el campamento británico, una gran masa de derviches, en torno a 50.000 guerreros armados principalmente con espadas y lanzas, y algunos fusiles Remington se aproximaba al campamento británico; pero éstos supieron responder, las fuerzas autóctonas no estaban tan bien equipadas como lo estaban las inglesas y a las 4 horas de ataques, los muertos se acumulaban a más de 400 metros de las líneas defensivas.
(En la imagen, soldados antes de la batalla, parapetados tras las zerebas; Fuente: "http://www.tocorre.com")
Los derviches trataron de hacer un último esuerzo por romper la línea británica, 20.000 guerreros cargaron contra el flanco este aprovechando las colinas de Kerreri, pero su mala organización y su escasa preparación y equipamiento hizo que muy pocos llegaran al perímetro defensivo inglés.
Todo parecía apuntar a la victoria británica, pero Kitnecher cometió un grave error, que fue ordenar al 21º cuerpo de Lanceros a caballo cargar contra el flanco sudanés para tratar de asegurar el camino hacia Jartum. Lo que no contaba, es que ese flanco que parecía más débil y al que no se le contaban rifles, hiciera un movimiento de repliegue tras una loma, donde había más derviches, un escuadrón de casi 12 filas de profundidad recibía con una gran descarga de fusilería a los jinetes británicos, que responderon a ésta con una de las últimas grandes cargas de caballería de la historia. Por suerte para los ingleses, en esta batalla sus rivales no eran rusos armados con ametralladoras como en Balaklava, pero habían cometido el mismo error y sólo la suerte les libró de un mal mayor. Aún así, más de 60 soldados y más de 100 caballos fallecieron en aquella carga, por sólo 25 derviches muertos.
(En la imagen, dibujo de la carga de Lanceros; Fuente: "http://www.mundohistoria.org")
Y como no, en esa batalla también hubo escenas para el heroísmo de algún soldado; por ejemplo el capitán Kenra, del Cuerpo de Lanceros, trató de llegar hasta su superior, el Teniente Grenfell, desmontado y rodeado por enemigos tras la carga; cuando Kenra llegó a él, el teniente ya había muerto, pero Kenra arriesgó su vida para salvarlo y, al menos, volvió con el cadáver a las líneas amigas. El Cuerpo de Lanceros se llevó aquel día 4 Cruces Victoria, la mayor condecoración británica de valor frente al enemigo.
(En la imagen, fotografía del Capitán Kenra; Fuente: "http://www.mundohistoria.org")
Otra Cruz de la Victoria se le otorgó al lancero Byrne, quien viendo a un compañero rodeado y desmontado, y a pesar de estar herido en el brazo, corrió a su auxilio logrando salvar su vida pero recibiendo un lanzazo en el muslo en la acción.
Con esta victoria, Inglaterra logró asentar su poder en la zona y atajar cualquier posible revuelta en una zona conflictiva, dado que ese tipo de revueltas fanáticas eran muy peligrosas y sangrientas. Luego llegarían los conflictos con los franceses, pero ambos resolverían sus disputas cuando Alemania se mostró como un poder emergente y posible enemigo común.
En cuanto al personaje que os hablaba al comienzo de este relato... pues bien, si sabemos sobre esta batalla es porque el periódico londinense Morning Post, contaba con un reportero que también era soldado, perteneciente al 4º Cuerpo de Húsares del 21º Regimiento de Lanceros y que participó en aquella carga que bien pudo dar al traste con su vida, su nombre: Winston Churchill.
lunes, 7 de febrero de 2011
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