martes, 19 de julio de 2011

LA BATALLA DE POITIERS. EL FIN DE LA EXPANSIÓN ÁRABE.

NOTA ACLARATORIA: He titulado la entrada como batalla de Poitiers, pero esta batalla pasó a la historia como batalla de Tours, debido a que años más tarde hubo otra "batalla de Poitiers", entre ingleses y franceses.

En el año 711, los árabes comenzaban la conquista de la Península Ibérica tras su victoria en la batalla de Guadalete, donde derrotaron a los godos comandados por Don Rodrigo. Victoria en parte propiciada por la traición de parte del ejército godo hacia su rey, puesto que los godos estaban divididos entre los partidarios de Agila (hijo del difunto rey Witiza) y el actual rey Don Rodrigo, pero esa es otra historia.

El caso es que en ese año 711 los musulmanes ganan la batalla de Guadalete y tras la victoria, dividen su ejército de unos 10.000 bereberes en tres líneas: una que se dirige hacia Málaga y Elvira (Granada), otra hacia Écija y Sevilla, y la última, más numerosa y comandada por Tarik (comandante del ejército moro) que tomaría Toledo (capital de los Visigodos) y llegaría hasta Alcalá de Henares.


(Dibujo del Rey Don Rodrigo; Fuente: "http://2.bp.blogspot.com")

Antes de seguir, a algún lector puede que le parezca que el término moro para referirse al musulmán puede ser despectivo, pero no es así, ya que “moro”, viene de la palabra Mauritania, por lo que en sí no es una palabra despectiva, sino que depende del sentido en el que la digamos.

Dicho esto, lo que podemos preguntarnos es cómo lograron los musulmanes expansionarse tan rápidamente por toda la península y son varios motivos. Por un lado, los partidarios de Agila los veían como aliados que habían venido a ayudarles en su lucha contra Don Rodrigo (lo malo es que no sabían que venían para ayudar pero con la pretensión de quedarse), por otro lado, los visigodos estaban desorganizados, habían sufrido una derrota en la que había muerto su rey y no se pudo organizar una contraofensiva adecuada, y por otro, a los moros también se les veía con buenos ojos por parte de terratenientes, judíos, etc… y no se les opuso resistencia a su llegada.

Once años más tarde, unos insurrectos asnos salvajes lograrían derrotar a los musulmanes por primera vez, dando un pequeño paso para lo que sería la Reconquista, pero ésta no fue la única derrota de los musulmanes que significaría un duro revés para sus aspiraciones en Europa, puesto que una serie de circunstancias les llevarían a luchar más al norte de los Pirineos, donde su rival no serían los mal-armados astures, cántabros y tribus del norte peninsular al mando del Rey Pelayo, sino los soldados y caballeros francos comandados por Carlos Martel.


(Estatua del Rey Pelayo en Covadonga; Fuente: "http://www.trivago.es")

Llegados a este punto, dejemos a los musulmanes en la Península y vayamos con el otro protagonista de la historia que es el mencionado Carlos Martel, y para llegar a él, tenemos que saber quiénes eran los francos.

Francia estaba dividida en los condados godos del sur y los territorios francos del norte, que ocupaban también parte de lo que hoy es Alemania. “Franco” en el propio lenguaje franco quiere decir “libre” y se autodenominaron así porque nunca fueron dominados por otro pueblo. En el contexto que estamos en este relato, la francos eran gobernados por la dinastía merovingia, personificada en ese momento en Carlos Martel, que era el Mayordomo de Palacio de los francos, que era un título que venía a ser como rey de los francos.


(Carlos Martel; Fuente: "http://wwwvivaroma.blogspot.com")

¿Cómo llegaron los musulmanes a territorios francos? Años antes ya tenían los ojos puestos en ella, tras la batalla de Covadonga 2 años antes. Como el norte peninsular parecía resistirse más de la cuenta a los deseos moros y el sur de Francia era muy apetecible para expandirse, además, la confianza era plena gracias al éxito de la campaña en la Península. Además, los puertos godos del sur de Francia, como Narbona, eran muy atractivos para asentar el poder musulmán en toda la costa Oeste del Mediterráneo y también conseguir el dominio sobre el propio mar.

Por tanto, los musulmanes no tuvieron reparos ni dudas en invadir el territorio godo del sur francés, llegando a conquistar la propia Narbona de manos godas, por tanto, quedaban muy pocas ciudades en mano godas, como eran Alet, Magalona o Nimes, y como no, Tolosa, cuya conquista haría que los musulmanes lograran conquistar la región de Aquitania (suroeste francés), pero tras un sitio a la ciudad, fueron derrotados en el año 721 por el Duque Odón de Aquitania, es más, fruto de esta batalla, el general musulmán Malik (por comodidad no pondré el nombre entero) murió por las heridas sufridas.


(Caballería ligera musulmana. Fuente: "http://espanaeterna.blogspot.com")

Con esta victoria Odón se hizo fuerte, pero tenía que soportar la presión mora por el sur y la franca por el norte; debido a esto, vio con buenos ojos el matrimonio entre su hija y el nuevo gobernador musulmán de la zona, llamado Munuza. El problema fue que Munuza se cegó de poder en ese momento, y apoyado en el ejército de Odón, se sublevó contra el gobernador de Al Andalus, que era Al-Gafiki, y éste, no iba a permitir algo así, lo que le hizo marchar hacia el norte al mando de unos 20.000 soldados y entrar en territorio francés, donde hizo una brutal represión contra los cristianos (se decía que “sólo Dios conoce el número de ajusticiados por los musulmanes”) y consiguió un cuantioso botín (llegó incluso a tomar la ciudad de Burdeos). Por esto, Odón no tuvo más remedio que retirarse hacia el norte, y pedir ayuda a los francos, gobernados en ese momento por Carlos. Era el verano del año 732.

Ya desde comienzos de octubre, los 2 ejércitos prácticamente se encontraban uno enfrente del otro en las inmediaciones de Poitiers, cerca del río Loira. Dos formas de ver la guerra volverían a encontrarse sobre un campo de batalla. A un lado, la rapidez de los musulmanes, tropas ligeras a caballo, magníficos arqueros y lanzadores de jabalinas ostigaban a los enemigos para que la veloz caballería ligera derrotara a tropas que habían roto la formación o se retiraban. Frente a ellos, el ejército franco, donde los caballeros formaban una caballería pesada totalmente acorazada, y apoyándoles, tropas a pie con grandes escudos y fuertemente armadas con espadas, mazas e incluso hachas.


(Soldado medieval con hacha, un soldado de infantería franco podría tener esa apariencia o semejante; Fuente: "http://www.123rf.com")

El 10 de octubre, ambos ejércitos estaban en formación uno delante de otro, y a primera hora de la mañana, Al-Gafiki mandó cargar contra las ordenadas y férreas defensas francas a su caballería ligera, con la esperanza que gracias a su rapidez y movilidad, pudiera dispersar y romper las formaciones francas. Una intensa lluvia de flechas, proyectiles caían sobre los caballeros y soldados europeos, pero estaban bien organizados y pertrechados, por lo que lograron aguantar las cargas de los moros durante toda la mañana. Ya a media tarde, cuando los oficiales musulmanes estaban reordenando sus efectivos para tratar otra acometida, una voz de alarma sonó en la retaguardia islámica: los godos se aproximaban desde el sur, y estaban atacando y asediando su campamento, donde los heridos, alguna tropa de reserva, y sobre todo el botín, corrían peligro ante el empuje godo.


(Pintura de la batalla; Fuente: "http://vidasdefuego.com")

Debido a ello, Al-Gafiki no tuvo otro remedio que tocar retirada y tratar de levantar el asedio, cosa que logró, pero sufriendo importantes bajas, puesto que, al ver la retirada de sus enemigos, los caballeros francos habían comenzado una carga que arrasaba con todo a su paso. Era última hora de la tarde y comenzaba a anochecer cuando por fin los musulmanes lograron retomar su campamento, a costa de muchas bajas e incluso la muerte del propio Al-Gafiki.

Ante esta situación, Carlos decidió asediar el campamento para asaltarlo con las primeras luces del día, pero cuando logró entrar en el campamento al día siguiente, los musulmanes supervivientes habían logrado escapar aprovechando el amparo de la noche.

Tras esta victoria, los francos ampliarían sus dominios por la práctica totalidad del territorio francés, y Carlos, recibiría a partir de ahora, el apodo de “Martel”, es decir, “Martillo”.

Respecto a los musulmanes, sus ideas respecto a anexionar territorios más al norte de los Pirineos se vieron difuminadas tras esta derrota, pero algo más importante se estaba preparando en territorios peninsulares, puesto que el núcleo de resistencia asturiano ya era el Reino de Asturias, y a pesar de la muerte de Pelayo y su sucesor Favila, el Rey Alfonso I y su hermano Fruela, lograrían tomar enclaves en Galicia y comenzarían a aventurarse más allá de la cordillera Cantábrica, incrementando más aún el germen de lo que sería la Reconquista de la Península.