Durante la Antigüedad, miles de gladiadores murieron en las arenas de los anfiteatros que se repartían por todo el Imperio Romano; pero estas luchas, vieron su continuación en otra variedad de luchas, ya no mortales en su fin, pero que aún así, tuvieron gran auge y popularidad. Durante casi 4 Siglos, hombres con propiedades, hombres con títulos nobiliarios, e incluso reyes, se batieron en luchas buscando la gloria, buscando el honor, buscando el reconocimiento social o el de una dama o simplemente buscando saciar sus ansias de lucha en tiempos de paz. Hablamos de las Justas Medievales.
Siglo XI: la caballería se convertía en la fuerza principal de los ejércitos europeos. Un ejército podría tener muchos hombres de armas, pero lo que al final decantaría la victoria de uno u otro lado serían los caballeros y su buen hacer sobre el campo de batalla. Pero el que la caballería fuera más o menos efectiva, exigía que los caballeros supieran coordinarse, exigía que estos estuvieran acostumbrados a moverse juntos y por ello, éstos, debían de hacer ejercicios de entrenamientos conjuntos. Pero estos ejercicios, aún con el carácter amistoso que tenían eran peligrosos, puesto que no había normas ni el armamento se ajustaba para tal evento.
(En la imagen, ilustración de un caballero; Fuente:"http://www.templespana.org")
Sería el Rey Ricardo I de Inglaterra (más conocido por Ricardo Corazón de León) a mediados del S. XII quien promulgaría las primeras normas que regirían esos enfrentamientos, que cada vez eran más populares y gozaban de más aceptación; así, en coronaciones, éxitos militares, bodas, encuentros diplomáticos, toda clase de sucesos que trajeran consigo fiestas y celebraciones, éstas, veían su punto álgido en las luchas entre caballeros que con los años, habían pasado de ser ejercicios de maniobras militares a auténticos espectáculos para el pueblo.
Las normas principales promulgadas eran 6:
* No herir de punta al contrario.
* No pelear fuera de filas.
* No pelear varios caballeros contra uno solo.
* En no herir al caballo del rival.
* Descargar sólo los golpes al rostro y pecho del rival.
* No herir al caballero que se alzara la visera.
¿Pero quiénes eran los caballeros?, ¿qué les movía?; los caballeros simplemente eran nobles al servicio de un rey por lo general, aunque también podían ser contratados como fuerza mercenaria (en muy pocos casos, debido a que esto quebrantaba uno de los ideales que movía a un auténtico caballero), y también lucharon al servicio de la iglesia (caso de los cruzados). El caballero era nombrado a cargo de su Rey, en ceremonias en las que dejaba atrás su vida como escudero. Una vez nombrado, el caballero juraba lealtad, el valor de hacer lo correcto, la defensa de los débiles, el amor a su nación, la nobleza, la generosidad… en definitiva, todos esos valores que se les presuponen a soldados como aquellos.
(En la imagen, investidura de un caballero; Fuente:"http://mazarbulgb.blogspot.com")
Así pues, podemos imaginarnos un festejo promovido por el Rey y en el cual se anuncia un Torneo; durante los días previos, los señores van llegando al lugar, acompañados de sus escuderos, de sus sirvientes, con el carro en el que llevaban las armaduras tanto suyas como de sus caballos, sus mejores ropas… sí, porque no sólo eran luchas, el último día, después de todos los combates, había una gran cena para todos los contendientes, para sellar las posibles rencillas, para formalizar la victorias y derrotas, porque el pago del vencido al vencedor, era su caballo o eran sus armas, pero ahí se quedaba todo por lo general, puesto que esos rivales tal vez el día de mañana deberían de luchar juntos, y en ese caso, el pago sería su propia vida.
Los caballeros usaban diferentes armas, pero al contrario que los gladiadores, no estaban especializados en el uso de una sola arma, bien es cierto que en combate usaban la que le resultaba más cómoda. La lanza era común a todos ellos: lanzas de unos 3 metros de longitud, que representaban la rectitud y la fuerza; también eran diestros arqueros, destreza que no solían mostrar en batalla; y por último, como armas de mano, aunque la mayoría de los caballeros usaban espadas de una hoja que medía en torno a 1’20 m, también podían usar mazas y hachas. Obviamente en los torneos la armas estaban modificadas para no herir al contrincante, pero como veremos esto no siempre fue así.
(En la imagen; espada medieval)
En cuanto a las prácticas que se llevaban a cabo en los Torneos, podemos encontrarnos varias modalidades:
• Romper la lanza, que es tal vez la más representativa, 2 caballeros se dirigían al galope uno contra otro con el fin de romper su lanza 3 veces seguidas contra su contendiente; como era fácil que la lanza se deslizara hacia zonas débiles de la armadura como eran las axilas o el cuello, se le practicaban incisiones con el fin de que fuera más fácilmente quebradiza.
• La quintena; en la que un maniquí era dispuesto sobre un eje vertical y sobre el que podía girar sobre su eje; en un brazo del maniquí había un escudo y en el otro un contrapeso (cadenas, sacos atados a una cuerda…), el caballero debía lanzarse al galope contra el maniquí y lograr dar al escudo, siendo también lo suficientemente diestro como para evitar el latigazo que el muñeco daba al girarse.
• La rosa: un jinete portaba una rosa en su boca y 5 adversarios tratarían de arrebatársela usando únicamente sus dotes en la monta; este era un juego en el que no se usaban armas.
• También había demostraciones de tiro con arco, lanzamiento de jabalina al galope, de lucha cuerpo a cuerpo, de monta (la sortija consistía en lanzarse al galope y lograr atravesar un anillo con la lanza o bien cogerlo con la mano).
Una modalidad parecida al Torneo, era el paso de armas, en el que un caballero, llamado mantenedor, bien él solo o con compañeros, desafiaba a otros tantos, llamados aventureros, y consistía en mantener un combate armado en el sitio o lugar indicado por el mantenedor, que prohibía la entrada o el paso (de ahí el nombre que recibe el espectáculo) al resto de caballeros, salvo que éstos quisiesen combatir. Un ejemplo de esto lo tenemos en el Paso del Puente de Órbigo en 1434, cerca de León, cuando D. Suero de Quiñones, junto a otros 9 caballeros defendieron durante 30 días dicho puente.
(En la imagen Puente de Órbigo; Fuente:"http://www.cuentatuviaje.net")
Y como antes comentábamos, la suerte no siempre favorecía a los contendientes, hasta tal punto que algunos incluso encontraron la muerte. Tal vez, la muerte más notable fue cuando en 1559 Enrique II de Francia moría a manos del Conde de Montgomery en un Torneo celebrado con motivo de la boda de su hija Isabel. Una astilla de una lanza quebrada se coló por su casco y se clavó en su cabeza.
Durante su vigencia, la Iglesia mostró su disconformidad con los Torneos en tiempos de paz a través de misivas y Concilios, pero el gusto por los mismos, hizo que estos se mantuvieran en alza como el gran espectáculo de esos momentos de la historia; no obstante, con la llegada en el S. XV de los arcabuceros y la artillería, los caballeros irían perdiendo peso en los campos de batalla y arrastrando de esa manera al fin de los Torneos.
En definitiva, ésta fue la época de auge de los caballeros, soldados guiados por códigos de honor, de amor por su patria, con un punto de romanticismo, que verían siglos más tarde, en 1854, en la carga de la caballería ligera de la Guerra de Crimea sus últimos sucesores, pero eso será motivo para escribir en otra ocasión.
miércoles, 9 de junio de 2010
LOS TORNEOS MEDIEVALES: CUANDO LA LUCHA SE HIZO ROMÁNTICA.
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