martes, 3 de agosto de 2010

LA BESTIA DE GÉVAUDAN: EL MONSTRUO QUE ATERRÓ FRANCIA.

30 de junio de 1764, nos encontramos en la aldea de Aveyron, en la región de Gévaudan (Francia), una niña de 14 años, llamada Jeane Boullet era asesinada de una manera brutal, pero ella no sería más que la primera de las más de 120 víctimas atribuídas a la que sería conocida como Bestia de Gévaudan.

Al principio se pensó que la niña podría haber muerto a causa del ataque de algún animal. Concretamente, el hecho de que 2 niñas, 2 niños y una mujer de 32 años fueran asesinadas a lo largo del verano y la manera en la que lo habían sido, hizo que se pensara en un primer momento en que los ataques podían ser achacados al creciente número de lobos en la región.

No obstante, testigos que decían haber visto a la bestia, decían que ésta tenía un tamaño muy superior al de un lobo común y que su peso, fácilmente rondaba los 100 kg de peso; además, los ataques no ser correspondían al de un lobo, puesto que las víctimas, eran decapitadas de un solo mordisco y después, sus vísceras devoradas; realmente un animal desconocido estaba atacando a campesinos de la región de Gévaudan.


(En la imagen, dibujo de la bestia)

Los ataques eran documentados y cada vez más usuales, puesto que en invierno, la bestia llegaba ha hacer 2 ataques por semana. Todo ello, obligó al rey Luis XV a intervenir en el asunto. Al principio del verano siguiente, con 54 personas asesinadas, en su mayoría mujeres y niñas, cuatro compañías de dragones (caballería real), fueron enviados a la zona para tratar de dar caza al animal, pero fue infructuoso, la bestia parecía desaparecer y además, los dragones debían de enfrentarse también a los propios cazadores, que se enfrentaban a ellos y les dejaban pistas falsas, ya que la recompensa por capturar al animal era demasiado grande para una población muy deprimida.

En cuanto a la bestia, un campesino llamado Jacques Neville que además colaboró con las autoridades para dar caza al animal, lo describió como “un enorme lobo de aspecto muy extraño, con el lomo rayado y una línea negra que le recorría desde el cuello hasta la cola, el color de su cuerpo era rojizo, con el morro afilado, una cola muy larga y fuerte y extraordinariamente móvil y con unas fauces desmesuradas.”


(En la imagen, escultura de la bestia en la región de Gévaudan)

Pero esto no es lo más llamativo, puesto que una de las compañías de dragones se cruzó con la bestia; el capitán Duhamel, que estaba al mando de todos los dragones, la encabezaba; según él, la bestia era tan grande como su propio caballo, pero mucho más ágil y rápida. Él y todos sus hombres descargaron sus fusiles sobre ella y a pesar de que hicieran blanco, la bestia no pareció ni tan siquiera herida.

Los rumores de lo que podía ser la bestia se disparaban; los religiosos decían que era una reencarnación del diablo y que atacaba a todos los que no cumplían con los mandatos divinos. Los nobles, por su parte, echaron la culpa a los cíngaros, que podrían haber dejado escapar a algún león o tigre de sus circos.

Por muchos lobos que se mataran, las víctimas no cesaban, tanto que en el verano de 1765, el rey envió al arcabucero real, Antoinè de Bauterne a dar caza al animal. El arcabucero logró acabar con una loba de gran tamaño, de unas 130 libras y la presentó ante el rey; pero a las pocas semanas, la bestia volvió a atacar.

Se acusó entonces a un joven llamado Antoinè Chastel, que había recorrido el norte de África con una compañía mercantil, se decía que criaba leones, tigres, hienas y mastines, y que había logrado un híbrido que cubría con una coraza cuando éste atacaba, lo que explicaba la inmunidad del animal ante los disparos; pero esto nunca se demostró.


(En la imagen, cartel de la época, representando a la bestia y ofreciendo una recompensa por su captura)

Llegamos así a 1767, Jean Chastel, cazador y, precisamente, padre de Antoiné Chastel, logró abatir a un animal de gran tamaño con una bala de plata hecha a partir de una medalla de la virgen fundida, llevando posteriormente los restos ante el rey; testigos los describen como un lobo de gran tamaño y fauces descomunales, el animal fue embalsamado, pero sus restos desaparecieron.

A pesar de esto, los ataques continuaron, pero ya en menor medida y acabaron por desaparecer. Lo único cierto de todo esto, es que durante 3 años, 131 personas murieron de una cruenta manera y a día de hoy, no se sabe quién o qué, causó esas muertes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario